LA MEMORIA DEL UTERO

El lunes 17 de este mayo, vino al mundo mi segundo hijo. Estos versos que siguen son una pequeña muestra, minúscula más bien, de lo que mi corazón siente.

LA MEMORIA DEL UTERO

Cuando sepas leer
estas palabras, la vida,
al fin y al cabo, tu vida,
ya no será la misma.
Habrá dilapidado el tiempo
los años hasta ahora.

Volverán a tu recuerdo
la nueva luz primera,
la memoria del útero,
la tiniebla en la nostalgia,
la oscuridad reconfortante
de aquel mundo hermético.

Cuando sepas comprender
estas palabras que transcribo
desde mi corazón cansado,
sabrás que, a veces,
los adultos rozamos la cursilería
cuando del amor se trata.


R. Gordon

HUELLAS (Matalascañas 1995)

Como esta luz precisa
en un instante
todo alumbra.

Huellas en la arena
arrastran el insomne
fulgor del alba.

Tu mirada fugitiva
rememora pisadas,
nombres, espuma.

R. Gordon

POR FIN AQUI DE NUEVO

Perdí toda la información y me ha costado recuperarla, pero al final, las cosas han ido bien, gracias a esos colegas expertos en estos quehaceres de la informática. Ya podeis contribuir con vuestras disquisiciones, broncas, anuncios de eventos y por supuesto con vuestra pluma más canalla.

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COSAS CIERTAS

Hoy he decidido mostrar a un poeta que quizá no conozcáis como tal. Si digo Jose Manuel Díez, os costará reconocerlo, si por el contrario, apunto que es el cantante del Desván del Duende, seguro que caeis en la cuenta. Su último libro, La Caja Vacía es una obra tan nuestra como de su autor. Una obra que merece ser leída sin prisa, en esos rincones íntimos que cada cual tiene para huir de la soledad compartida y encontrarse con la suya própia y sus recuerdos.

COSAS CIERTAS

Repasando papeles,

mis versos de hace años, me doy cuenta

-desdeñé en este tiempo

la mentira en el verso y su hermosura-

que he debido olvidar algo importante,

trascendente a los versos y a mi verso,

fundamental al arte,

desde que sólo escribo cosas ciertas.

Jose Manuel Díez

pisando la ciudad

La plaza alta de Badajoz, centro neurálgico de la ciudad en el pasado, es hoy por hoy un fantasma más del casco antiguo. Hasta el año 1977, se enclavó el mercado ambulante. Exceptuando la proliferación de locales de tapeo, lo único que da un `poco más de movimiento a sus adoquines, son los estudiantes de biblioteconomía que a diario cruzan sus arcos. Y, supuestamente los que se creen defensores del patrimonio histórico, quieren derrumbarlo. Pero señores, no tienen nada mejor que hacer, que estar jodiendo la badana e impidiendo que los pocos pasos que pueblan ese entorno paseen sus huellas a diario.